Un hijo llevó a su madre a un…

Después de la muerte de su padre, un hijo decidió dejar a su madre en un asilo de ancianos y visitarla sólo ocasionalmente. Un día, recibió una llamada del asilo: “Mamá está muy grave. Por favor, ven a visitarla”. Corrió y encontró a su madre gravemente enferma, acostada en su lecho de muerte. Le preguntó: “Mamá, ¿qué puedo hacer por ti?”. Su madre respondió: “Por favor, instala ventiladores en el asilo de ancianos; no hay ninguno. Además, pon un refrigerador para almacenar mejor los alimentos porque muchas veces dormí sin comer”.

El hijo se sorprendió. “Mamá, mientras estuviste aquí, nunca te quejaste. Ahora, con sólo unas pocas horas restantes, me estás contando todo esto. ¿Por qué?”.
Ella respondió: “Está bien, querida, he soportado el calor, el hambre y el dolor, pero cuando tus hijos te envíen aquí, temo que no podrás arreglártelas”.

Le explicó que quería modernizar el asilo de ancianos porque temía que un día, tal vez, sus hijos lo abandonaran allí y él experimentara lo que ella vivió. Sus últimas palabras fueron: “Lo que das es lo que recibes”. Sus palabras impactaron profundamente al Hijo. Se dio cuenta de lo mucho que su madre había soportado en silencio y de que sus últimos pensamientos seguían siendo para su bienestar. Le prometió que haría los cambios necesarios en el asilo de ancianos y se aseguraría de que fuera un lugar mejor para todos los residentes. Al final, comprendió el verdadero significado de las palabras de su madre: “Lo que das es lo que recibes”.