MI VECINO SE NEGÓ A..

La señora Johnson era una figura perfecta pero distante en el vecindario, siempre con un elegante atuendo de negocios y rara vez saludaba a nadie. Esto no molestó a la narradora hasta que su hijo, Ethan, aceptó un trabajo cortando el césped grande de la señora Johnson por veinte dólares. Ethan trabajó duro durante dos días, pero cuando fue a cobrar su salario, la señora Johnson lo despidió, diciendo que “el trabajo duro era su propia recompensa”. Al ver la decepción de Ethan, su madre sintió una oleada de ira protectora. Decidida a asegurarse de que su hijo recibiera el respeto que se merecía, llamó a su amigo Mark, que tenía un negocio de jardinería, y urdió un plan. Mark cortó los setos de la señora Johnson en formas divertidas y, poco después, tres camiones llenos de mantillo fueron arrojados en la entrada de la señora Johnson, bloqueando su auto y causando un espectáculo entre los vecinos.

Cuando la señora Johnson llegó a casa y vio las pilas de mantillo, su sorpresa rápidamente se convirtió en ira. Se enfrentó a la madre de Ethan, quien con calma le recordó cómo había desestimado el duro trabajo de Ethan. Con un resoplido, la señora Johnson sacó a regañadientes un billete arrugado de veinte dólares, que Ethan aceptó con el apoyo de su madre.

A partir de ese día, la señora Johnson no volvió a pedirle ayuda a Ethan. El incidente se convirtió en una historia del vecindario, una “historia con moraleja” sobre el valor de la honestidad y las consecuencias de aprovecharse de los demás. El mantillo finalmente desapareció, pero el mensaje de justicia y respeto permaneció fresco en la mente de todos.