Después de ver

Hay muchos argumentos a favor de que Taylor Swift es la persona más famosa del mundo en este momento. En serio, gracias a su arrasadora gira Eras, así como a su relación de alto perfil con la estrella de la NFL Travis Kelce (sin mencionar el catálogo en constante expansión de éxitos musicales que ostenta), no debe haber mucha gente en la Tierra que no la reconozca. Si bien yo no lo sabría (no soy súper famosa), sospecho que es un cáliz envenenado, la vieja cuestión de la fama.

Por un lado, debe ser genial ser adorado por millones, tener riquezas incalculables y saber que, cada vez que salgas de tu casa, la gente querrá conocerte. Por otro lado, hay un montón de desventajas que vienen con ser tan reconocible y popular. Por ejemplo, pensemos en el hecho de que, hagas lo que hagas, vayas donde vayas, cómo te sientas o cómo vistan tus prendas, siempre te van a examinar con lupa. Es algo que se puede esperar cuando alcanzas los escalones más altos de la fama, por supuesto, y en general suponemos que una auténtica superestrella como Taylor Swift ya estará demasiado acostumbrada a ello. Pero eso no quiere decir que no haya aspectos de la cobertura que recibe (y la reacción posterior de los fans) que dejen un sabor amargo en la boca. En mi caso, sí, en particular cuando se relacionan con la figura de la cantante o especulan sobre la idea de que está embarazada.